CONTROL DE ESFINTERES EN NIÑOS
El control de esfínteres es uno de los grandes hitos en el desarrollo infantil. Proceso biológico, largamente determinado por la maduración neurológica, pero que a su vez ,también tiene implicancias emocionales y psicológicas. El control que el niño/a adquiere sobre su propio cuerpo y sus funciones tiene relación con el control que tendrá en otros aspectos de su vida, con su sensación de logro, la percepción de sí mismo y la confianza en sus recursos personales. Es importante el cómo los adultos manejen el proceso con cuán respetado y validado se sienta el niño o niña.
El mejor momento para comenzar con el control de esfínteres es cuando el niño esté mental, emocional y físicamente listo.
El control de esfínteres toma tiempo.
Para la adquisición del control diurno influyen poderosamente los factores educacionales, familiares, sociales, psicológicos y hereditarios.
Durante la lactancia, la micción y la defecación se realizan de manera automática y refleja, es decir sin control voluntario.
Entre los 18 meses y los 3 años se produce la maduración de los centros nerviosos cerebrales, de manera que entre los 2 y los 4 años la mayoría de los niños pueden controlar adecuadamente ambos esfínteres (vesical y anal) y por tanto pueden comenzar a “avisar” su deseo, siendo capaces de retrasar el momento de la micción o defecación y de hacerlo en el momento y lugar deseado.
La continencia urinaria nocturna es más difícil de conseguir y sólo se presenta en un 26%de los niños a los 18 meses de vida. A los 3 años, el 75% de los varones y el 80% de las niñas permanecen secos durante la noche.
A los 6 años tan solo un 13 % de los niños mojan la cama (enuresis nocturna).
Cuando a un niño con más de 4 años se le escapan las heces sin que existan problemas en el recto o en el esfínter anal se denomina encopresis y ocurre entre el 1% y el 2% de los niños con 7 años.
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